De arte y migración: en los márgenes del dolor
Sep 14, 2022 | por Editorial IpstoriPor Esteban Romero
Estar situado en los márgenes de la posibilidad significa no poder llamar un espacio como propio. En este sentido, tanto la migración como el duelo son eventos comunes, ya que ambos abordan la difícil experiencia de encontrarte desplazado (de tus seres queridos, de tu hogar o de ti mismo). Y es que, si bien la migración puede conllevar un elemento de esperanza por la idea de encontrar un futuro mejor, partir del lugar que conocemos como casa es siempre una experiencia confusa y desconcertante. Ahora bien, este movimiento, ya de por sí complicado, es una tortura para las personas que se ven obligadas a emigrar sin cumplir con los requisitos impuestos por la ley. Además, por si no fuera poco, los gobiernos se han encargado de configurar una imagen negativa en torno a los migrantes que los presenta como criminales sin escrúpulos.
Al Poder le gustaría, claro, que las palabras apuntaran a un sólo significado; que migrante fuera sinónimo de criminal y que los motivos por los que una persona se ve forzada a salir de su país fueran meros apuntes estadísticos. ¿Qué nos puede decir, por ejemplo, que en 2019 hayan habido 277 casos de violencia sexual contra migrantes si ni siquiera conocemos el nombre de las personas involucradas? Tanto las cifras gubernamentales como los medios de comunicación tienden a abusar de la figura anónima de los inmigrantes para deshumanizarlos y generar prejuicios contra ellos. No obstante, hay que preguntarnos qué sucedería si aprovecháramos ese anonimato para generar empatía. ¿Cómo? Enfocándonos en los detalles íntimos de la existencia de estas personas para comprender que hace que la vida sea una experiencia común para todos los seres humanos. Respecto a este tema, existe un dispositivo capaz de realizar esta labor: el arte. La ficción permite crear presencia con los cuerpos que se han mantenido en una zona límbica entre la existencia y la no-existencia.
Pienso por ejemplo en The Arrival, un libro-álbum del artista australiano Shaun Tan, que nos muestra cómo un protagonista sin nombre tiene que abandonar la zona de guerra que es su país para encontrar refugio en una Tierra prometida no identificada. En el caso de esta obra, los detalles íntimos de los que antes hablaba se ven presentes en los elementos surrealistas con los que Tan refleja el desconcierto del protagonista. El país sin nombre está repleto de signos indescifrables, de edificios intimidantes y de estatuas de animales gigantes que representan el estado interno del personaje. Así, el texto no se enfoca, como suele suceder en las crónicas amarillistas, en lo que le ocurre al migrante, sino en lo que está sintiendo.

Algo similar ocurre con Migraciones, poema de la autora Gloria Gervitz escrito a lo largo de cuarenta años. El texto narra la vida de las mujeres judías que se vieron forzadas a emigrar a principios del siglo XX de Ucrania a México. Pero, como sucede con Tan, los versos de Gervitz son una exploración íntima del pasado que aborda cómo la memoria trata los sucesos y no tanto cómo estos ocurrieron. En Migraciones existe una clara interrelación entre el tiempo que transcurre dentro del poema y el tiempo (de escritura) del mismo, por lo que ninguna de las acciones se puede identificar dentro de un momento específico: lo que sucedió en el pasado se narra en tiempo presente. La memoria, que se hace presente en diferentes formas y nunca es aludida directamente, sólo nos deja ver tiempo, voces y figuras en retazos. Los diversos ecos que se encuentran en diálogo, ya que no existe un sólo yo poético claramente delimitado (“¿de mí?/¿de la que fui?/¿de ti?”, p.144), deben reinventar el hogar abandonado y reconstruir la pérdida de un pasado olvidado.
En ambos casos, la ficción nos ayuda a reconstruir el cuerpo anónimo de una víctima. Es importante reconocer la genealogía de una herida y no dejar en el olvido las historias de cada una de las personas que han tenido que abandonar, a la fuerza, su lugar de origen. Las estadísticas tienden a borrar la especificidad de lo que no se puede medir: el dolor de una separación, el agotamiento del cuerpo, la pérdida de la esperanza. Por otro lado, el arte es una especie de superficie de contención, o lugar de encuentro, en donde reconozco los límites de mi dolor, pero en dónde también identifico el de los demás.
Esa es precisamente otra de las posibilidades que el arte le ofrece a la sociedad: la opción de articular nuevas formas de ser y de afrontar la violencia que sólo se pueden pensar gracias a la mediación que el lenguaje (fílmico, pictórico, literario, etc.) establece entre el individuo y la experiencia vivida. El arte funciona así como una cuarta dimensión, —como un espacio que rebasa los límites de nuestra percepción— para reinterpretar, e incluso rehistorizar a la cultura y sus símbolos. Las obras mencionadas abren la oportunidad de mostrar las diferencias culturales entre personas sin abandonar la posibilidad de imaginar una comunidad horizontal.
Es necesario llamar a la reflexión colectiva sobre la difícil problemática que existe desde hace varios años en América Latina (y en muchas otras partes del mundo). Vivimos en ficciones político-terroríficas donde el cuerpo de los migrantes reproduce la inseguridad de los países latinoamericanos atenazados por el dolor. Frente a una serie de estados que se presentan como ideales, y que quieren esconder la realidad de la situación, el arte se coloca como una ficción que, paradójicamente, revela la ficción o falsedad detrás de la apariencia que los gobiernos quieren dar.
Para cerrar, y siguiendo a la escritora Sara Ahmed, en el lenguaje estético se produce una ética del dolor que parte de la necesidad de responder, a partir de la ignorancia, a la aflicción de las voces que sufren; es decir, replicar al llamado tomando en cuenta que “debo actuar en relación con aquello que no puedo conocer”. Sólo de esta forma podremos aprender a vivir con la imposibilidad de la reconciliación, pero con la fuerza de la indignación (Ahmed 74).
Referencias
Ahmed, Sara. The cultural politics of emotion. Routledge, 2013.
Tan, Shaun. The arrival. New York: Arthur A. Levine Books, 2007.