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Gepe Ledesma
Gepe Ledesma es psicóloga, docente, madre y mánager de su casa. Hace 49 años vio la luz en la ciudad de México, sin embargo, siempre ha vivido en el estado de México.
Trabaja en una universidad privada, vive con su hija que tiene una gata. Es una persona a la que le gusta la música (de todo tipo), y leer también de todo, hasta la revista TV notas atrasada que encuentra cada mes en la estética de su rumbo. Su momento favorito es cuando cae la tarde y la noche empieza a cubrir la ciudad. La noche es su compañera, no sabe trabajar de día, mejor dicho, las horas de luz están llenas trabajo normal como la docencia.
Así que la noche le da un poco de respiro para escribir relatos cortos y poemas. Varios de sus textos y poemas aparecen dos antologías (autopublicadas) por un grupo de amigos que aman las letras.
Sus textos tienen como protagonistas a personas que viven con intensidad en el marco lo que llamamos cotidianeidad, hasta que algo la rompe y toman decisiones arrebatadas, ilógicas, contradictorias, feroces, oscuras, porque todos tienen ese lado donde la luz no llega y algún momento será expuesto.
Soy Gepe Ledesma, y empecé tarde con la escritura no así con la lectura, soy lectora ávida. Desde los 5 años caían en mis manos publicaciones como “Kaliman”, “Lágrimas y risas”, “El libro vaquero”, “El libro semanal”, después llegó a mi casa el “Selecciones o Reader´s digest”. A los 13 años empecé a leer autores de la generación Beat como Kerouac, Ginsberg, etc.
Lo anterior forjó un gusto ecléctico que me hace leer de todo, no discrimino. Con ese gusto por la lectura se emparejó el que me acompaña hasta hoy: escribir. Escribo desde los trece años, no puedo decir que lo que escribía eran cuentos sino relatos de anécdotas propias y ajenas sin formato alguno, a veces ensayos, o solo textos sin trama.
Después de varios talleres literarios descubrí mi gusto por escribir cuentos cuya trama está tejida con música. Esos relatos están aderezados con canciones y versan sobre la vida cotidiana: amistad, amor, desamor, peleas, abandono. Todo dentro de lo que llamo cotidianeidad.
He de confesar lo cotidiano de mis historias siempre le hace un guiño a lo oscuro que todos guardamos.